viernes, 1 de febrero de 2019

El Hambre y el Cortejo

Abrir las manos, la boca, los oídos y los ojos... todos ellos.
y agolparlos, atragantarlos de luz, de gris, de dogma.
Famélica, con un hambre animalesco
despellejando sin piedad la luz, como un carroñero.
Cuando ya mi cuerpo terrenal se colma, se aletarga...
Y adormir se hecha meditabundo y asfixiado,
Alzado por un cortejo de humo rumbo a lo onírico.
Azuzado por el gruñido felino, acariciado por el viento colado de entre las plumas de una quimera.

Al despertar del sueño y el letargo, no he despertado todavía,
Mi vientre vacío acariciado por mis manos abiertas,
La boca cocida
Los oídos sordos
Los ojos y la frente cubierta
Claman famélicos el hambre que nunca se colma
El vacío cíclico que nunca se llena.

La fuente clama mi nombre
Y yo me arrodillo,
Humilde, vacía y voraz frentre a ella
Observo mi animalesca forma, esta vez más cercana a los cielos,
Besada por dios...
Observo mi alma,
Mis ojos han pagado el precio por el hambre,
En su iridiscia añejada descubro,
Sometida esta la sorpresa, sucesor de la maravilla, la inocencia.
"Estoy lista", y el eco se suspende eterno
Fraguandose a otro eco gemelo que quedose tiempo atrás danzante...
"Comienzo".

Con mis manos como cuencas
La boca rajada, los oídos y los ojos, todos ellos... abiertos.
Se agolpan, se atragantan, se atiborran,
Desesperados, calados de prisa.
Los parpados nunca se cierran
La garganta nunca se anuda,
Los oídos sobrecogidos sucumben.
Cuando ya mi cuerpo terrenal se colma, se aletarga...
Y a dormir se hecha meditabundo e infinito,
Alzado por un cortejo de humo rumbo a la utopía de lo inteligible.
Azuzado por un coro vibrante de cristal,
Vestida apenas con un suspiro de cielo.

4/feb/2015